¿Prohibir el celular en el colegio? Esto opinan los jóvenes en Colombia
Un reciente Estudio de Percepción de Jóvenes realizado por Cifras y Conceptos, en alianza con la Universidad del Rosario, EL TIEMPO, la Fundación Hanns Seidel y ACDI/VOCA, arroja cifras reveladoras sobre este tema. A partir de la voz de 1.894 jóvenes entre 18 y 32 años, provenientes de 12 ciudades de Colombia, el informe traza un panorama que debe ser leído con urgencia por docentes, instituciones educativas, familias y hacedores de política pública.

El celular ha dejado de ser un accesorio para convertirse en un elemento esencial en la vida cotidiana, especialmente entre los jóvenes. Pero cuando ese dispositivo llega a las aulas, se transforma en el centro de un debate crucial: ¿cómo impacta el uso del celular en el proceso educativo?
¿Debe prohibirse? ¿Regularse? ¿Aprovecharse?
📊 ¿Qué nos dicen los jóvenes?
Los resultados del estudio permiten observar una tensión fundamental: los jóvenes reconocen tanto el valor como los riesgos del uso del celular en entornos educativos.
- 62 % considera que el celular debe permitirse en clase, pero con restricciones.
- 24 % preferiría una prohibición total.
- 59 % afirma que el celular genera distracción en el aula.
- 13 % habla de dependencia tecnológica.
- 63 % pide que las instituciones educativas establezcan reglas claras sobre su uso.
- 6 % afirma que aumenta la posibilidad de hacer trampa en los exámenes
- 6% afirma que aumenta la posibilidad de hacer trampa en los exámenes.
Un 33 % de los jóvenes encuestados considera que el uso del celular en instituciones educativas tiene un efecto completamente negativo, mientras que el 25 % lo valora como muy positivo y el 43 % no toma una postura clara. Al comparar estos datos, se observa que el 48 % cree que este uso perjudica el rendimiento académico en colegios y universidades, frente a un 45 % que opina lo contrario y le atribuye un impacto favorable.
Lejos de lo que muchos adultos suponen, los jóvenes no defienden un uso irrestricto. Por el contrario, reconocen sus efectos negativos sobre la concentración, la participación y la calidad del aprendizaje. A su vez, piden reglas claras que no se impongan de forma arbitraria, sino que se construyan con sentido pedagógico y en diálogo con sus realidades.
🔎 ¿Por qué esto es preocupante?

La evidencia empírica en Colombia y en el mundo ha sido consistente en señalar que el uso excesivo de dispositivos móviles en jóvenes está relacionado con múltiples riesgos, entre ellos:
- Fragmentación de la atención, que dificulta el aprendizaje profundo y sostenido.
- Reducción de la interacción social real, afectando habilidades comunicativas y empatía.
- Alteraciones del sueño, por el uso nocturno de pantallas y exposición a estímulos constantes.
- Incremento de ansiedad, irritabilidad, y síntomas depresivos, especialmente por comparación social en redes.
- Pérdida de control del tiempo, lo que interfiere con rutinas básicas como estudio, descanso o alimentación.
Cuando esta realidad ingresa a las aulas, el impacto es doble: no solo se afecta el bienestar individual, sino que se altera la dinámica colectiva del aprendizaje. Los profesores enfrentan retos adicionales para captar la atención, mantener la participación y garantizar la equidad en la experiencia formativa.
🎓 ¿Qué implicaciones tiene para las instituciones educativas?
Las cifras del estudio señalan con claridad que no basta con ignorar el problema ni con imponer restricciones superficiales. Las instituciones necesitan diseñar respuestas estructurales, éticas y sostenibles, que aborden el tema desde una visión educativa, no solo disciplinaria.
Estas respuestas deben incluir al menos cuatro elementos:
- Normas claras, consensuadas y pedagógicas
Las reglas deben existir, pero no desde la prohibición ciega. Los jóvenes piden sentido, coherencia y participación en la definición de esas reglas. - Educación digital crítica
Los estudiantes deben ser formados para reconocer los efectos del consumo digital, gestionar su tiempo en pantalla, y entender las dinámicas de adicción, manipulación algorítmica y exposición. - Acompañamiento docente y familiar
No se trata solo de vigilar, sino de acompañar con empatía. Familias y profesores también deben educarse para comprender el mundo digital juvenil y no juzgarlo desde la distancia. - Espacios alternativos de conexión real
Si queremos reducir el uso excesivo de pantallas, debemos ofrecer propuestas significativas: más deporte, más arte, más conversación, más vínculo humano.
💡 Una oportunidad para repensar la educación
Este estudio no solo revela un problema, sino también una oportunidad: los jóvenes están dispuestos a dialogar y a transformarse. Reconocen el impacto de las pantallas, pero no quieren ser tratados como sujetos pasivos ni problemáticos. Piden ser escuchados, involucrados y acompañados.
En lugar de preguntarnos si debemos prohibir el celular, la pregunta correcta es:
¿Cómo hacemos para que el celular no le reste vida a la escuela, sino que la enriquezca?
La respuesta no será única, ni inmediata. Pero empieza, sin duda, por escuchar lo que los propios jóvenes ya están diciendo.
📌 Fuentes consultadas: